miércoles, 26 de agosto de 2009

Una lección para nunca olvidar

Corría el año de 1988 tenía 6 años de edad y entraba a cursar primero de primaria, en aquella época el fútbol era el fervor en mi niñez, no se pensaba en otra cosa que salir a jugar y divertirse con los amigos de la cuadra. No sabia lo que significaba ser juicioso, pues en la escuela era muy rebelde, brincaba en los puestos, le pegaba a mis compañeritos, le jalaba el pelo a las niñas y las tareas me importaban poco.

Tenía la costumbre de llegar a mi casa botar la maleta y salir a jugar fútbol todos los días de la semana, mi abuela con quien vivía en esos años siempre me preguntaba… ¿hijo le dejaron tareas?, y obviamente mi respuesta de todos los días era que no cuando en realidad en mis cuadernos solo se encontraban notas de llamados de atención de los profesores e insuficientes por montones.

Cierto día como era de costumbre llegue a mi casa, tire la maleta y de nuevo la pregunta de mi queridísima abuela… ¿hijo le dejaron tareas?... a lo que también como de costumbre mi respuesta fue no y me fui a jugar con mis amigos. Lo que nunca imagine fue que a mi abuela le diera por revisarme los cuadernos ese día.

Luego de haberme divertido llegue a mi casa y nunca olvidare esa imagen: mi querida abuela con el cuaderno abierto mostrándome el sinnúmero de insuficientes y llamados de atención. Obviamente luego de esto vino el primer pero también el más fuerte y doloroso de los castigos que me hayan dado, no hubo suplica que valiera, simplemente agarro el palo con el que se tendía la ropa y bueno aún tengo en mi mente el recuerdo de aquel día.

Ese año lo perdí, pero pienso que tal vez sin darme cuenta aprendí una gran lección, pues desde ese momento no supe lo que era volver a tener un insuficiente en mi cuaderno o un llamado de atención y me gradué de Bachiller sin perder un solo año desde la escuela.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Eso pasa cuando se tiene el futbol como pasión…